20 Marzo, 2023

10 claves para el desarrollo emocional de nuestros hijos e hijas

Una niña con varias caras de emojis

1. Regala tiempo de calidad

Cuando compartimos tiempo y actividades con alguien, lo normal es que esa persona sienta que la tenemos en cuenta, que es importante para nosotros. Pero estar con alguien o junto a alguien no significa que se esté compartiendo o acompañando. Muchas veces compartimos el espacio con nuestros hijos, pero no interactuamos con ellos o no lo hacemos con una atención plena. El primer consejo es que reserves algunos tiempos de calidad en tu día a día, en los que tu hijo o hija sí sea el foco de tu atención y se sientan tenidos en cuenta. El tiempo de calidad no implica hacer cosas especiales, sino disfrutar de hacer cosas juntos
por cotidianas que sean.

2. Cuando te dirijas a tu niño o niña, hazlo a su altura

No nos referimos a agacharnos para hablar con ellos –que en ocasiones será muy recomendable, además de salirnos de forma natural con frecuencia–. El contacto ocular es fundamental, así que mírale a los ojos. Si no puedes mantener el contacto ocular, usa su nombre o un apelativo cariñoso cuando te dirijas a él o ella.
Además, es importante comprender desde dónde ve tu hijo o hija las cosas, cómo las percibe y las dimensiona teniendo en cuenta su desarrollo, así como su capacidad para entender las palabras e interpretar las situaciones.

3. Acepta y respeta sus emociones sin minimizarlas ni ridiculizarlas

No hay mayor verdad para una persona que lo que está sintiendo en cada momento. Nuestras emociones se proyectan como la expresión más genuina de nosotros mismos y todas ellas nos hablan de lo que es importante para nosotros. Quitar importancia o ridiculizar las emociones de nuestros pequeños tiene el mismo impacto que cuando alguien hace esto con los adultos: sentimos que no nos tienen en cuenta, que no nos comprenden e incluso nos sentimos agredidos y ofendidos. Debemos recoger las emociones de nuestros hijos e hijas desde el respeto y ayudarles a gestionarlas de forma adecuada.

Una madre con su hijo, frente con frente

4. Ayúdale a identificar y a validar todas sus emociones

Esto es difícil hasta para la mayoría de las personas adultas y es una tarea para todos. Las personas sentimos antes de saber ponerle palabras a lo que sentimos. Las emociones brotan de forma espontánea ante diferentes experiencias o situaciones de nuestro entorno: cuando perdemos algo, nos sentimos tristes; ante algo que consideramos una injusticia, sentimos rabia; cuando se frustran nuestros deseos o expectativas, nos enfadamos; cuando nos regalan algo que nos gusta, sentimos alegría; y ante un plan futuro
que nos gusta mucho, sentimos ilusión. Ante estas emociones, las personas actuamos de diferentes maneras. Enseñar a nuestros hijos e hijas a identificar qué les pasa, qué sienten y ponerles palabras a eso que sienten es el primer paso para aprender a manejarlas de forma saludable.

Sentir una emoción es algo natural y ninguna emoción es mala. Todas forman parte del ser humano y son respuestas naturales a las diferentes situaciones. Lo importante es saber identificarlas y no quedarnos anclados en ellas. Como padres y madres, tendremos que ofrecer a nuestros hijos e hijas formas adecuadas de expresar esas emociones. Por ejemplo, si está enfadado porque le has dicho que se ha acabado el tiempo de jugar. El mensaje debería ser el siguiente: «Entiendo que estés enfadado y estás en tu derecho de hacerlo, pero es mejor expresar tu enfado verbalmente, o apretando los puños, o golpeando en un cojín, que rompiendo cosas».

5. Escucha sus necesidades sin proyectar las tuyas

A veces caemos en la torpeza de pensar que las cosas que nos gustan a nosotros son buenas en sí mismas y que a los demás también les hacen felices. Además, somos tendentes a «adivinar» por qué una persona reacciona de una manera u otra o cómo se debe estar sintiendo. Es cierto que el ser humano –unos más que otros– tiene una habilidad llamada empatía, que es la capacidad de ponerse en lugar del otro. Sin embargo, ninguna de nuestras habilidades adivinatorias es comparable al bálsamo de la Escucha Activa.

Escucha a tus hijos e hijas sin prejuicios, deja que expresen qué es lo que quieren o necesitan, por extraño que te pueda parecer, y trata de dejar a un lado lo que necesitarías tú en una situación similar. Nuestros hijos e hijas son personas diferentes a nosotros, y la mejor manera de acompañarles en su desarrollo emocional es escuchar sin ideas preconcebidas.

6. Muéstrate disponible permitiendo que sienta que puede contar contigo

Los niños y niñas están descubriendo el mundo, por lo que todo son novedades y situaciones desconocidas. Sienten curiosidad por todo tipo de cosas, por sencillas que a nosotros, los adultos, nos puedan parecer. Las cosas que preocupan a nuestros hijos o hijas también pueden ser «pequeñas cosas» sin importancia para nosotros, pero muy importantes para ellos.

Atender todas sus dudas o preocupaciones por pequeñas que nos parezcan, o resolver sus curiosidades, contribuye a que sientan que pueden contar contigo y les genera seguridad. Además, cuando se sientan inseguros por algo o sientan incertidumbre, puedes expresar abiertamente un «confío en ti» o «cuentas conmigo», y brindarle tu ayuda cuando te lo pida o sientas que lo necesita.

7. Crea un clima de confianza y seguridad para que pueda comunicarse contigo

Nos sentimos seguros con aquellas personas que no nos juzgan por nuestras opiniones ni se ríen de nuestros pensamientos. Confiamos en quienes no traicionan lo que les contamos ni lo usan en nuestra contra. Nos sentimos seguros con las personas a las que les podemos contar nuestros errores y nos ayudan a corregirlos o evitarlos en futuras ocasiones. Por ello, no ridiculices a tu hijo o hija ni le juzgues por lo que expresa. Si te cuenta alguna «metedura de pata», no le castigues sin más; analiza con él o ella la situación y ayúdale a corregir las consecuencias, si es posible, y a utilizar el error para un aprendizaje.

Un padre tumbado boca abajo con un niño colgado del cuello

8. Fomenta la confianza en sí mismo/a

En la base de una sólida autoestima se encuentra la confianza en uno mismo. Podemos contribuir a que nuestros hijos e hijas desarrollen un autoconcepto positivo de varias maneras:

  • Encomiéndale responsabilidades acordes a su edad y desarrollo. Darle la ocasión de contribuir al sistema familiar con algunas tareas hará que sienta que confías en él y se sentirá partícipe en la familia.
  • Pídele su opinión y tenla en cuenta. Ofrécele un par de opciones posibles a la hora de elegir su merienda, permítele que elija entre dos o tres camisetas para vestirse por la mañana, o pregúntale qué actividad le gustaría realizar el fin de semana en familia. Pregúntale si algo le ha gustado y por qué.
  • Pon en valor sus características como algo que le hace única/o. Puedes elogiar sus logros y animarle a aprender de sus errores como algo natural. Expresa lo orgulloso/a que te sientes de él/ella, y enséñale a no tener miedo a equivocarse o a fallar, pues forman parte del propio aprendizaje.

9. Sé una persona sincera y honesta

Ser honestos en la forma en que nos relacionamos con los demás contribuye a crear relaciones sanas y satisfactorias, pero cuando se trata de nuestros pequeños/as es de vital importancia. Las mentiras solo fomentan el miedo, la inseguridad y la falta de confianza.

Además, es importante cumplir las cosas que decimos a nuestros hijos. Si no estamos seguros de poder cumplirlas, lo mejor es no comprometernos o hacerlo de forma condicionada desde el principio. En el caso de fallar, es beneficioso disculparnos y explicar nuestros motivos con naturalidad.

10. Muéstrale tu amor

Las muestras de amor son el abono para la salud emocional de nuestros hijos. Crecer en un entorno en el que nos sentimos queridos incondicionalmente nos fortalece para siempre. Incondicionalmente significa que mostraremos nuestro amor al margen de cómo sea nuestro hijo/a, ante las cosas que nos gustan de él/ella y ante las que no. Cuando acierta y cuando falla, cuando se porta bien y cuando se porta mal. Cuando esté triste y cuando esté contento. Podemos educarles y corregir sus errores desde el amor; podemos poner límites mostrando que le queremos. Es más, será mucho más eficaz. Mostrar amor se hace de muchas maneras, no solo verbalmente, pero todas ellas son importantes. Decirle «cuánto te quiero», «eres mi alegría», «cuánto me gusta estar contigo», «me gusta cómo hueles», «me gusta verte reír»; preguntarle por las cosas que le gustan; darle una pequeña sorpresa; jugar juntos; reír juntos o consolarle cuando está triste son solo unos pocos ejemplos de cómo mostrar el amor a nuestros hijos e hijas.