Seguro que a lo largo del día hay momentos en los que esperáis que vuestro hijo o hija lleve a cabo algo que le pedís y, aun sabiendo que os ha entendido, os ignora o muestra resistencia. A continuación, os ofrecemos algunas estrategias para que su actitud cambie:

Cambia las órdenes por preguntas

A nadie le gusta que le den órdenes, y por supuesto, a los niños/as tampoco. Con frecuencia nos dirigimos a los peques para indicarles lo que esperamos de ellos, pero sin darnos cuenta, es habitual hacerlo a través de imperativos, aunque estén bienintencionados: “Lávate los dientes”, “vístete”, “coge tu mochila para ir al colegio”, “recoge tus juguetes”, “ven a cenar”, “ponte las zapatillas”, “deja de hacer ruido”, etc.

Si os paráis a pensar, el número de órdenes que les damos a los menores a lo largo de un solo día es muy alto. Esto hace que, en muchas ocasiones, no nos hagan caso o directamente ni siquiera nos escuchen.

Las órdenes no nos permiten tomar decisiones, sino que más bien nos hacen sumisos y meros ejecutores. Nos hacen sentir que no somos tenidos en cuenta, y así es normal que no quieran colaborar con nosotros, e incluso en muchas ocasiones se rebelen.

Os proponemos hacer un cambio en la forma de comunicaros con los peques: cambiar las órdenes por preguntas, y veréis cómo su actitud, en muchas ocasiones, mejora. Algunos ejemplos:

En lugar de decirle…

¡Pero ojo! No estamos buscando la obediencia, sino hacerles partícipes y protagonistas de la situación, es decir, buscamos su colaboración. De este modo se sentirán mejor, más tenidos en cuenta, y aumentarán las posibilidades de que hagan lo que deseamos.

Es un cambio que requiere calma y reflexión, ya que, si no estamos acostumbrados, nos suele salir la orden de manera instintiva. Así que tened paciencia con vosotros mismos; al final todos estamos aprendiendo.

Dale a elegir entre dos opciones factibles

Otra estrategia que facilita la colaboración de los peques es tenerlos en cuenta a la hora de llevar a cabo la acción deseada. Para ello, os proponemos que le deis a elegir entre dos posibilidades que se puedan cumplir.

Ejemplo nº 1:

Estáis en el parque y es la hora de volver para casa. En lugar de imponer el momento de marchar, le podéis ofrecer dos posibles caminos para la vuelta, y que sea él o ella quien decida por dónde quiere volver.

En esta situación también ayuda avisarle con tiempo antes de marchar.

Ejemplo nº 2:

Es la hora de prepararse para ir al colegio, y tu peque tiene que vestirse, pero se hace el remolón y pierde más tiempo del que es capaz de invertir para colocarse todas las prendas. Podéis ofrecerle que elija qué camiseta desea ponerse.

Cuando los niños perciben que son partícipes en la toma de decisiones, se sienten tenidos en cuenta, y esto favorece el sentimiento de pertenencia. Por tanto, la predisposición y la probabilidad de que colabore es mucho mayor.

Explica los motivos

Es habitual pedirle al peque que haga algo en concreto dando por hecho que conoce el motivo por lo que se le pide. Sin embargo, esa capacidad de inferencia no siempre está desarrollada, por lo que es altamente recomendable explicarle las razones con un lenguaje sencillo, claro y adaptado a su capacidad de comprensión.

Por ejemplo:

Estáis en un supermercado, y tu peque ha cogido unos yogures que no deseas comprar. En lugar de pedirle solamente que los devuelva a la estantería, cuéntale por qué no los añadís al carro: “Cariño, vamos a dejar los yogures donde estaban, hoy no está previsto comprarlos porque ya tenemos en casa”, o “nosotros solemos comprar estos otros que son más saludables”, o “este pack es demasiado grande, vamos a coger estos otros”.

Con frecuencia, una simple explicación va a facilitar que acceda a llevar a cabo eso que tú deseas.

Colabora con él o ella

Siempre es más fácil que tu peque quiera hacer lo que le pides si tú también participas en esa actividad. Por tanto, a la hora de vestir, aprovecha para vestirte a la vez; a la hora de guardar los juguetes en su lugar, súmate a la recogida; a la hora de cenar, cena al mismo tiempo; etc.

Esto es porque los niños y niñas aprenden de sus modelos de referencia, y porque disfrutan de pasar tiempo en común con las personas que más quieren.

Dale tiempo

Por último, una sencilla estrategia es darles un poco más de tiempo para que ejecuten lo que le hemos pedido. Es habitual que los adultos esperemos que los peques hagan todo de manera inmediata, pero lo cierto es que ellos/as llevan otros ritmos más lentos en el procesamiento de la información, por lo que con frecuencia es necesario esperar un poquito para que puedan comprender realmente lo que les hemos dicho.

Además, tampoco es raro que utilicen la técnica de ignorarnos para retarnos durante un breve periodo de tiempo, pero finalmente acaban cediendo si esperamos pacientemente hasta que se pongan manos a la obra.

Por tanto, os recomendamos esperar unos segundos más en silencio para ver su respuesta y, en función de la misma, actuar de un modo u otro teniendo en cuenta todas las estrategias comentadas en este artículo.

No olvides consultar con tu profesional de referencia para resolver cualquier duda.