2 Junio, 2025
Una tarde en el país inclusivo de las maravillas
La magia del teatro llenó de luz y aplausos el Centro Cívico Teodoro Sánchez Punter el pasado 23 de mayo. Pero esta no fue una función cualquiera. Durante casi dos horas y media, una veintena de jóvenes de entre 21 y 25 años, todos ellos con distintas discapacidades, conquistaron al público con una energía y un talento que desbordaron las tablas del escenario. ¿El resultado? Una tarde inolvidable que mezcló risas y ternura.
Ellos y ellas forman parte del Proyecto Socioeducativo +21, una iniciativa que impulsa la autonomía y el desarrollo personal de jóvenes de entre 21 y 25 años con diferentes discapacidades a través de actividades como esta, donde el arte se convierte en herramienta de transformación. Procedentes del Centro de Día Rey Fernando, en el barrio zaragozano del Actur, llevaban meses ensayando, imaginando y construyendo su propia versión de 'El País de las Maravillas'. Y el esfuerzo valió la pena.
El escenario del barrio de San José se transformó en un mundo fantástico, lleno de personajes entrañables y escenas disparatadas. Desde una Blancanieves algo despistada que perseguía al conejo blanco, hasta unas puertas parlanchinas que ponían a prueba la paciencia de los protagonistas. No faltaron el gato de Cheshire, la oruga Absolem, el Sombrerero Loco ni, por supuesto, la temida Reina de Corazones, una fan confesa de la Boccia.
«Es una forma de reforzar la autodeterminación de los chicos y chicas, de que se vean capaces, escuchados y protagonistas de su propia historia»
El público, emocionado y cómplice, no tardó en rendirse ante el elenco. Aplaudió, rio y se dejó llevar por una historia tan divertida como significativa, donde cada escena escondía mensajes de empatía e inclusión.
«Esta obra es, cada año, mucho más que una función teatral», explicaba Ana López, una de las educadoras del centro. «Es una forma de reforzar la autodeterminación de los chicos y chicas, de que se vean capaces, escuchados y protagonistas de su propia historia», comentaba.
Y vaya si lo consiguieron. Porque ese día no solo representaron una obra. Ese día fueron artistas. Y el escenario, a donde subieron al final las madres de los protagonistas, fue más que nunca, un lugar para soñar despiertos.