11 Octubre, 2023

¿Cómo podemos abordar la pérdida de un ser querido con nuestros hijos/as?

Madre e hija

Se entiende por duelo el proceso natural que una persona afronta ante una pérdida de un ser querido, y atraviesa una serie de fases que le permiten superarlo.

En cada etapa evolutiva la pérdida se entiende y expresa de una forma diferente. Es importante conocer cuáles son las características de cada una, ya que nos pueden ayudar en la forma de acompañar a los niños/as en cada momento. De cualquier modo, cada uno la vive de una forma diferente dependiendo del tipo de relación que tuviera con esa persona, y de las condiciones en las que se haya producido la separación. Lo significativo es saber que detrás de la expresión o no de dolor, hay sufrimiento. Así que lo importante es acompañar incondicionalmente, con mucho cariño y respeto, sin enjuiciar la forma en la que cada uno lo vive, y aportando toda la seguridad posible para que, cuando el peque esté preparado, pueda contar con vosotros/as para elaborar el dolor que siente.

Abrazo de madre a hijo

¿Cómo entienden los niños y niñas la pérdida de un ser querido según la edad madurativa?

0-2 años (aproximadamente)

  • La muerte a esta edad sólo es una palabra; no hay comprensión cognitiva de su significado. Perciben la muerte como una ausencia, es decir, sienten la no presencia de la persona fallecida, fundamentalmente si se trata de la figura de referencia.
  • Tras el fallecimiento del familiar los niños son capaces de percibir los cambios que se producen en su entorno y en sus rutinas. 
  • Son sensibles al estado de ánimo negativo que pueden experimentar sus cuidadores.
  • Somatizan sus estados de ánimo a través de la irritabilidad, indiferencia, alteraciones del sueño, alimentación, etc.

2-5 años (aproximadamente)

  • Creen que la muerte es temporal y reversible.
  • No creen que la muerte sea universal; piensan que sus padres y ellos/as mismos no van a morir.
  • Interpretan de forma literal cualquier explicación que les demos sobre la muerte. Si se les dice que alguien ha ido al cielo preguntarán cómo pueden ir ellos/as también.
  • Puede que mantengan aparentemente el mismo estado de ánimo.
  • Mantienen la capacidad de jugar y reír, aunque puede que lo alternen con momentos de desahogo descontrolado (rabietas, llanto, ansiedad, etc.)
  • Es posible que aparezcan regresiones y pérdidas de capacidades adquiridas.
  • Pueden interiorizar cierto sentimiento de culpa de manera inconsciente.
  • Generalmente expresan sus emociones a través del juego.

6-11 años (aproximadamente)

  • Saben que la muerte es definitiva e irreversible.
  • Expresan tristeza y llanto, aunque no en todos los casos.
  • Pueden sentir miedos nuevos o preocupaciones obsesivas.
  • La culpa ya puede ser consciente y asociada a acontecimientos reales o magnificados.
  • Pueden expresar el dolor a través de problemas de conducta.
  • El rendimiento escolar a menudo disminuye, y aparecen síntomas somáticos.
  • Pueden tratar de sustituir a la persona perdida asumiendo excesivas responsabilidades.
  • Hacia los 6-8 años los niños/as pueden participar en las ceremonias de despedida si así lo desean, pero es fundamental acompañar y explicar con antelación en qué consisten y que se van a encontrar en ellas.
Niño abraza peluche

A partir de los 11 años (aproximadamente)

  • Les suele costar mucho verbalizar lo que piensan y sienten sobre la muerte. En ocasiones se muestran reacios a hablar. Es importante que respetemos su tiempo y nos mostremos cercanos y accesibles.
  • Aunque aparentemente racionalicen la muerte, hay mucha inestabilidad emocional.
  • También puede verse afectado el rendimiento escolar o tener problemas de conducta.
  • Es posible que somaticen.
  • El grupo de amigos tiene una gran importancia para lograr un estado de normalidad.

Recomendaciones para acompañar a nuestros hijos/as en el duelo de manera respetuosa

Es importante que la persona que le vaya a dar la noticia al niño/a sea alguien con el que tenga un vínculo cercano y le transmita seguridad. Para ello, buscaremos un entorno tranquilo y seguro, y se lo comunicaremos pronto, sin dejar pasar mucho tiempo desde el acontecimiento.

A la hora de hablar con el niño/a es fundamental utilizar un lenguaje lo más claro, sincero y concreto posible, sin utilizar metáforas o palabras ambiguas. Por tanto, transmitiremos el mensaje lo más literal posible ya que, de lo contrario, podemos dar lugar a ideas erróneas. Su pensamiento es mágico y en su mente infantil todo puede ser posible, así que evitad dar mensajes como «se ha ido de viaje», «está descansando», etc. Es mejor preguntarles a ellos dónde creen que puede estar y tomar su respuesta como válida.

Tratad de respetar los tiempos del niño/a; en ocasiones todavía no está preparado para hablar sobre el tema, aunque nosotros tengamos muchas ganas de que lo haga. Y en caso de que nos haga preguntas al respecto, es primordial responder a todas ellas de manera honesta y acorde al modo en que nos puedan entender para que no se hagan ideas erróneas; si no sabemos qué responder, le podemos decir «no sé qué decirte, lo podemos pensar juntos».

Igualmente es importante que nosotros como adultos expresemos nuestros sentimientos sin reprimirlos («me siento triste»). Al final, nuestro comportamiento y la manera en que afrontamos las dificultades sirven de modelo para nuestros hijos/as.

También es fundamental informar de la muerte del ser querido al colegio, ya que es un lugar donde el niño/a pasa muchas horas y donde puede manifestar muchas conductas y expresiones relacionadas con el duelo.

Niño pensativo

Recursos

Un buen recurso para facilitar la comprensión del concepto de la muerte puede ser utilizar ejemplos cotidianos o tomados de la naturaleza. Esto le ayudará a entenderlo un poco mejor (por ejemplo, la muerte de un pajarito, o de un ratón, etc.).

Otra opción muy recomendable es emplear cuentos, puesto nos abren un espacio donde poder expresarnos libremente. Si quieres conocer algunas recomendaciones pulsa aquí.

Por último, también podéis hacer algún ritual de despedida acorde a la edad del niño/a. Algunas ideas son dejar volar al cielo un globo (hinchado con helio) con un mensaje escrito o dibujado en él, plantar un árbol o una planta en su homenaje, escribirle una carta de despedida, o fabricar un cuadro de los recuerdos colocando en él aquellos objetos, fotos o textos que nos despierten recuerdos de la persona fallecida.

¿Sabíais que existen otros tipos de pérdidas?

Existen numerosos tipos de pérdidas, y aunque no todas tienen porque ser vividas como traumáticas, puede ocurrir que menospreciemos algunas situaciones que son vividas por nuestros hijos/as como dolorosas. Algunos tipos de pérdidas son:

  • Evolutivas: nacimiento de un hermano/a, entrada en el colegio, despedida del chupete, adolescencia, etc.
  • Afectivas: separación entre padres, fallecimiento de mascotas o de algún familiar, perdida de juguetes, abandono del padre o madre, inexistencia de padre (fecundación in vitro), cambio de maestro/a, despedida de algún compañero/a, etc.
  • Sociales: cambio de colegio o de casa, familiar enfermo u hospitalizado, discriminación, padres en paro, etc.
  • Corporales: enfermedad, amputación, etc.
  • Materiales: robo, catástrofe, pérdida económica, de hogar, etc.

Si os surgen dudas durante este proceso o se alarga en el tiempo, no dudéis en consultar a vuestras terapeutas de referencia.