16 Junio, 2022

«Invertir en Atención Temprana es una de las cosas más inteligentes que puede hacer la sociedad»

Desirée Garrido en una sala de psicomotricidad de Fundación Dfa

Según la Federación Española de Asociaciones de Profesionales de Atención Temprana, en torno al 10% de los niños y niñas de entre 0 y 6 años presenta problemas en su desarrollo y requiere apoyo profesional. Poniendo el foco en nuestro entorno, solo en Fundación Dfa se atienden a 490 de los aproximadamente 2.415 menores que están siendo vigilados en el programa de Atención Temprana en Aragón. Desirée Garrido es la directora del área de Desarrollo Infantil de la entidad y una de las personas que mejor conoce la situación actual.

¿Qué le sugieren estos datos?

Primero hemos de aportar un matiz. El 10% engloba a la población infantil que en algún momento de su desarrollo, y no de forma permanente, pueda necesitar una intervención en algún área. Por tanto, no quiere decir que el 10% tengan una discapacidad o que la vayan a desarrollar. A partir de ahí, es cierto que en Aragón se atiende en torno al 3% de niños y niñas -­hay unos 67.000-. Se trata de un porcentaje muy alto de menores de 6 años que ya presentan discapacidad o que reúnen muchos factores de riesgo de cara al futuro; pero sí que a lo mejor se están quedando fuera otros muy vulnerables, por ejemplo, de entornos sociales muy desfavorables, que pueden desarrollar posteriormente una discapacidad.

Así que no están en el programa todos los que son.

Quizá la asignatura pendiente es que la Atención Temprana llegue a esos niños que, sin presentar una alteración explícita en su desarrollo, sí que los profesionales podemos detectar que tienen un nivel de vulnerabilidad tan alto que si no se interviene a tiempo, luego pueden tener desajustes más importantes. 

¿Ha provocado la pandemia un mayor número de casos a tratar por los profesionales de Atención Temprana?

Durante el confinamiento, como no se acudía al colegio ni a los centros de tratamiento, se dieron más situaciones que no se detectaban. Si el niño está en un circuito normalizado, como es la escuela o un centro terapéutico o de ocio, enseguida se ve si hay algún problema y se puede intervenir, pero durante este periodo se vivieron situaciones tremendas que nadie las podía detectar. Después no hubo más derivaciones de las habituales, pero sí aparecieron perfiles nuevos. En ese sentido, la pandemia sí que incidió.

«Después del confinamiento no hubo más derivaciones de las habituales, pero sí aparecieron perfiles nuevos. En ese sentido, la pandemia sí que incidió»

Explíquese.

Los niños y niñas no estuvieron expuestos a lo que tienen que adquirir por imitación social en la primera fase de su vida, como son la sonrisa o los gestos. A partir de ahí, surgió un perfil que tiene más dificultades de relación y comunicativas o de interpretación de comunicación no verbal, pero sin llegar a tener una patología como por ejemplo el autismo. El problema es que no aprendieron cosas que tenían que haber aprendido en su momento. Eso sí, es un aspecto madurativo y con algo de estimulación se puede recuperar. 

Sea concreta. ¿Qué es la Atención Temprana?

La Atención Temprana está definida por el libro blanco de la Atención Temprana. Es el conjunto de intervenciones que se ponen en funcionamiento de la forma más precoz posible para cubrir las necesidades de los niños y niñas o familias que presentan alguna alteración en el desarrollo o factores de riesgo para un futuro. Además, se lleva a cabo siempre desde un ámbito multidisciplinar. Es importante que haya un plan de intervención global en todas las áreas del desarrollo y en todos los ámbitos: social, comunitario, familiar, educativo y sanitario.

Veo que da mucha importancia a las familias.

Es que cuanto más se dote a las familias de herramientas para seguir estimulando ese desarrollo de los hijos e hijas, mucho mejor. Por eso hay que ofrecer información y orientación. Deben saber a qué se enfrentan a partir del momento en el que el niño o la niña presenta alguna dificultad: cuáles son las peculiaridades del trastorno, qué dispositivos hay para cubrir necesidades, qué pronósticos, qué tratamientos. Y también deben tener un sostén emocional que también es necesario.

¿Qué señales de alarma en edades tempranas son importantes detectar a tiempo?

Primero hay que tener en cuenta que cada menor lleva su ritmo. Hay un calendario con unos hitos, pero cado niño es diferente. Estar incluido en los dispositivos sanitarios, educativos y sociales es muy importante. Las revisiones pediátricas son muy importantes y muchos casos se detectan ahí. Si el niño no presenta una discapacidad vinculada al nacimiento, por genética, por traumatismo, etc., en principio basta con ver cómo va desarrollándose en los hitos correspondientes. Normalmente, lo más llamativo es cuando no aparecen señales de imitación o de interacción con los adultos.

¿Qué ocurre si no se interviene cuando se debe?

Atender de forma muy temprana es importante por la plasticidad cerebral. Cuando el cerebro está en desarrollo es un momento idóneo para implementar nuevos sistemas y multiplicar las sinapsis a nivel neurológico. Cuanto antes se empiece a trabajar, en mejores condiciones se estará para que el niño o la niña adquieran habilidades nuevas que no tienen o que están en desarrollo.

¿Cuál es el proceso que sigue un menor de 6 años desde que se detecta alguna necesidad hasta que es atendido, por ejemplo, por los profesionales del departamento de Desarrollo Infantil de Fundación Dfa?

En el programa de Atención Temprana, que coordina el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), si el niño es menor de 3 años las derivaciones las realizan el pediatra o los especialistas médicos. Ellos emiten un informe de derivación y después entra en juego el equipo de valoración del IASS. Ese equipo valora si el niño o la niña cumplen criterios de inclusión o no en el programa. Una vez entran en el programa se derivan a los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Temprana (CDIAT).

Pero no todos los casos de derivaciones acaban entrando en el programa.

Así es. Los especialistas dicen que si detectan una señal de alerta, como mínimo hay que valorarla. Hay unos criterios de inclusión en el programa que van desde lo más evidente, es decir, hay patología, discapacidad o posibilidad de desarrollarla; hasta niños o niñas en los que no se ve muy claro un nivel de afectación. Estos son los que suelen quedarse en seguimiento. Se citan cada cierto tiempo y se ve si se ha resuelto ya el problema o si hay que intervenir. Si no hubiese recursos limitados, probablemente entrarían todos los niños con cualquier tipo de indicio y a lo mejor se resolverían en un mes con una intervención. Ahora esos niños no entran por un problema presupuestario.

«Si no hubiese recursos limitados, probablemente entrarían al programa de Atención Temprana todos los niños y niñas con cualquier tipo de indicio y a lo mejor se resolverían en un mes con una intervención. Ahora esos casos no entran por un problema presupuestario»

¿Quién se encarga de hacer la valoración a partir de los 3 años?

Son los equipos de orientación de Educación los que emiten ese informe de valoración o prevaloración. Muchas veces son las familias las que pueden ver problemas pero actualmente no pueden solicitar entrar en el programa sin una valoración del especialista.

¿Qué perfiles profesionales forman parte los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Temprana (CDIAT) de Fundación Dfa?

Actualmente en Pomarón estamos trabajando con 251 chicos y chicas y a Vadorrey vienen 239 más. Para cubrir sus necesidades disponemos de perfiles muy variados dentro del equipo multidisciplinar y creo que funcionan muy bien. Son perfiles muy diversos que además se forman de manera transversal. Quiero decir que todos los profesionales, al margen de su especialidad, tienen conocimientos de otras áreas del desarrollo porque entendemos que los niños no se diseccionan.

Deja entrever que el trabajo en equipo tiene importancia.

Del trabajo en equipo siempre se habla, pero rara vez se hace. En nuestro caso contamos con 60 personas en Rehabilitación, más de 40 de ellas, en Desarrollo infantil. Hay fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, psicólogas, trabajadoras sociales, maestras en audición y lenguaje y también en educación especial. Nos esforzamos en mantener un grado de coordinación muy alto y tomamos decisiones conjuntas porque tiene que haber una visión global del niño. Esto repercute en la evolución del niño y la familia lo agradece porque tiene un equipo de profesionales que le da un discurso común.

La unión hace la fuerza…

Así es. Este trabajo en equipo nos permite aprender mucho unos de otros porque al final adquieres miradas diferentes. Además, hacemos formaciones transversales para el equipo permanente que son adecuadas para todos los perfiles profesionales en materia de desarrollo infantil, de atención temprana y de herramientas de tratamiento. Ese es un punto fuerte de nuestro equipo.

A nivel nacional se reivindica que todavía son muchos los jóvenes que se quedan fuera de recibir atención. ¿Qué razones hay detrás?

Lo que es el espíritu de atención temprana funciona muy bien. La teoría sobre el cómo se dice que hay que intervenir funciona. Ahora hay que materializar eso con un sistema legal y económico concreto. En nuestra Comunidad hay falta de recursos. La orden que regula el Programa Aragonés de Atención Temprana es de 2003 y hay que modernizar el sistema. A nivel burocrático se pueden hacer las cosas más ágiles.

¿Hay listas de espera para ingresar en el programa?

Hay listas de espera, por ejemplo, porque las personas que valoran son limitadas. Lo primero y más importante es la partida presupuestaria y cuanto más grande mejor. Luego aparece el cuello de botella. Todos los niños pasan por un equipo el del Centro de Atención Temprana a la Infancia (CATI) del IASS. Hasta que no es valorado el niño por ellos, no llega al programa. Y cualquier incidencia en ese proceso (vacaciones, bajas…) impacta directamente en el ritmo de valoración, por lo que puede haber niños que estén esperando más de lo recomendable cuando se habla de Atención Temprana. Por tanto, la demora en la valoración es un hecho.

¿Hay solución?

Hay maneras de agilizar el proceso. Se está trabajando conjuntamente con la Administración para mejorar estos aspectos, aunque claro, nos gustaría conseguir avances en esta línea de forma más rápida.

Y luego, como viene mencionando, está el tema económico.

Por supuesto. El presupuesto impacta porque hay que priorizar patologías o intervenciones. Se nos quedan fuera perfiles que se estima que no cumplen criterios de inclusión, pero que a nuestro entender deberían ser atendidos. Por ejemplo, menores con un desarrollo totalmente normal, pero que están sufriendo un trauma que puede marcarle posteriormente. Esos niños y niñas se quedan fuera por nivel presupuestario. Por eso es importante destacar que invertir en Atención Temprana es lo más inteligente que puede hacer la sociedad. A largo plazo, dedicar recursos a la atención de la infancia significa invertir en el bienestar de los propios jóvenes y de sus familias, y posteriormente supone un ahorro en recursos en atención a la discapacidad y dependencia.

¿Encuentra más carencias en el programa actual?

Otra carencia es que hace más hincapié en la atención al niño que en la atención a la familia o en las coordinaciones con otros sectores. Solo se cuenta la atención al niño y hay poca dotación para las otras intervenciones que son fundamentales, sobre todo la familia. El programa debería evolucionar hacia una inclusión más real de las intervenciones con familia y coordinaciones con otros sectores.

Las trabajadoras de Atención Temprana de Pomarón con un photocall