30 Diciembre, 2020

Voluntariado sin fronteras

Dos voluntarias europeas en el centro de ocio y actividades socioculturales de Dfa

Sophie y Francesca, francesa e italiana, dos jóvenes que decidieron dejar sus países y venir a DFA para participar en un programa de voluntariado impulsado por el Cuerpo Europeo de Solidaridad. Han pasado casi un año como voluntarias en el Centro de Actividades Socioculturales de la fundación y ahora, al finalizar esta experiencia, hablamos con ellas para hacer balance de un año que, aunque no ha sido como esperaban y han tenido que adaptarse a las circunstancias, ha superado sus expectativas. 

A nivel general, ¿qué balance hacéis de esta experiencia?

Sophie. A pesar de todo, el balance ha sido muy positivo. Dadas las circunstancias, me siento muy afortunada de poder haber hecho este voluntariado en DFA. Hemos podido realizar el proyecto, incluso durante la cuarentena. El equipo siempre ha estado en contacto con nosotras. Me siento afortunada de haber tenido la oportunidad de participar en este proyecto. Nunca me planteé abandonarlo.

Francesca. Ha sido un año duro pero positivo. Al principio hay dudas por si no era el momento, pero pensé que si abandonaba me iba a arrepentir. No quería dejar a los usuarios ni todo lo que me había planteado este año. Era una experiencia para mí que quería vivir y aprender. Me siento muy afortunada de haber venido a DFA.

¿Por qué elegisteis DFA para vuestro voluntariado?

Francesca. Cuando te planteas hacer voluntariado en el Cuerpo Europeo de Solidaridad hay muchas opciones. Toda la información que tienes de cada asociación es el colectivo con el que vas a trabajar y dónde está, en este caso, el ámbito de la discapacidad en Zaragoza. Puedes ver alguna foto, algo de información… pero no sabes mucho más. Es una caja cerrada. No sabes cómo vas a llevarte con el equipo, cómo se trabaja, cómo será tu calendario… y cuando llegué aquí la primera semana, conocí a un montón de gente y me di cuenta de que me gustaba.

Sophie. Otros voluntarios han estado en un único centro o actividad en su entidad, pero en DFA tuvimos la oportunidad de estar en residencias, en el Centro Ocupacional, Centro de Día, talleres de ocio, actividades de fin de semana… Me alegro de haber elegido esta fundación. Somos afortunadas porque hemos tenido la posibilidad de estar en muchos sitios, incluso a pesar de la pandemia.

¿Ha sido como esperabais?

Sophie. Siento que he descubierto el mundo de la discapacidad. Estaba muy poco familiarizada, a pesar de tener alguna persona en la familia, pero tenía mucho por aprender y por descubrir. Me ha gustado tener la oportunidad de desarrollar la labor en diferentes centros de la fundación porque hemos podido conocer a muchos usuarios y usuarias.

Francesca. Al llegar tenía mis dudas. Nunca había tenido la oportunidad de conocer cómo me comportaría yo misma ante la discapacidad, si me resultaría muy chocante, si podría abrirme, si me sentiría cómoda, si sabría ayudar… Al principio fue intimidante. Pero poco a poco, sin darte cuenta, empiezas a ayudar, te sueltas y enseñas tu forma de ser, acabas sintiéndote como en casa, bromeando con ellos y ellas. Lo que más me ha enriquecido de esta experiencia, y que siempre me va a quedar, es la sonrisa de los chicos y chicas cuando te ven llegar, especialmente en el Centro Ocupacional.

¿Cómo ha cambiado vuestra imagen sobre la discapacidad?

Francesca. Sobre todo, verlo todo con normalidad. La Francesca de antes no sabría si ayudar o no a una persona con discapacidad, o cómo tratarla. Pero hubo un día que me pareció tan normal estar tomando un café con alguien y ayudarle como algo natural. Ahora me doy cuenta de que, cuando vamos en grupo, no notas la diferencia entre una persona que está en silla de ruedas o no. Antes me parecía un límite, pensaba ‘pobrecito’, tenía miedo de acércame a ayudar o de faltar al respeto. Ahora no pensaría eso. Sé que viven su vida como los demás, que si necesitan ayuda te la piden y sino no tienes que ayudarles. No miro a una persona diferente solo porque tenga una discapacidad.

Sophie. Cuando empezamos con los primeros talleres en febrero no me atrevía a acercarme, a sacar a bailar a alguien… tenía miedo a mover a alguien y lastimarle. Entendí que sólo había que preguntar y adaptarme a lo que podía hacer cada persona.

¿En qué actividades empezasteis a colaborar al llegar a DFA?

Sophie. Febrero fue un mes de descubrimiento, de todos los centros, todas las actividades, todo lo que ofrece DFA y el centro de ocio, los talleres, el trabajo en el Centro Ocupacional, las actividades de fin de semana, eventos especiales…

Francesca. Por las tardes, participábamos en diferentes talleres. Por las mañanas, cada día íbamos a un centro: Pomarón, Vadorrey, Rey Fernando, PCI. Eran perfiles muy diferentes y cada día hacíamos una actividad distinta, aunque el centro donde más hemos colaborado ha sido el centro ocupacional, sobre todo en las actividades de los viernes. Y los fines de semana salíamos con los usuarios y usuarias de los centros de Actividades Socioculturales, visitábamos la ciudad, íbamos a museos, teatros, etc. También hicimos actividades de sensibilización en colegios.

¿Y durante el confinamiento?

Sophie. Intentamos adelantar la preparación de material para los talleres. Participamos en actividades online con usuarios/as y voluntarios/as. Trabajamos en el proyecto ‘Zaragoza accesible’ pasando información a la base de datos e incorporando el análisis de accesibilidad de todos los lugares que habíamos visitado.

Francesca. Cuando se pudo, empezamos a salir a hacer paseos en grupos reducidos. En septiembre pudimos retomar los talleres, aunque solo estuvimos dos semanas presenciales y volvimos al formato online. Hemos trabajado mucho para adaptar todas las actividades previstas a lo audiovisual, tienes que hacer las cosas más atractivas visualmente y pensar mucho para que no solo sea “estar delante de una pantalla”.

También preparasteis alguna actividad para presentar vuestros países a los usuarios y usuarias.

Sophie. Di talleres relacionados con Francia, con presentaciones sobre el país y con juegos pero también alguna clase de vocabulario para enseñar el idioma. También les dimos clases de cocina con platos típicos de nuestros países.

Francesca. Además del taller de idiomas, en el día dedicado a Italia les hice una presentación sobre mi región con ciudades, comida típica…

¿Hay algo que os hubiera gustado realizar y no se ha podido?

Sophie. La Fiesta de fin de curso, me hubiera gustado ver los resultados de todo lo que se ha trabajado durante el cuatrimestre en los talleres.

Francesca. Los viajes con los usuarios y usuarias y con otras personas voluntarias. Me hubiera gustado conocer la experiencia de estar juntos 24 horas, convivir, divertirse, ayudarse, crear una relación más estrecha… de hecho me estoy planteando venir en el futuro para viajar y vivir lo que me he perdido.

Y se despiden: «esto no es un adiós, es un hasta luego».